En busca de un hogar

Era un día tranquilo y luminoso, una suave y refrescante brisa soplaba, la temperatura estaba agradable para cualquiera y el cielo despejado con un intenso azul, la perfecta combinación para un día perfecto, menos para una persona. Un encapuchado estaba profundamente dormido en el vagón del tren con rumbo a Magnolia, estaba junto a la ventana, desaprovechando la preciosa vista del mundo que tenía ahí fuera. Era el único pasajero de aquel vagón, todos los demás se habían quedado en varias estaciones más atrás, y eso se suponía que haría él también, pero se había quedado dormido en el trayecto y había pasado su estación hacía varias horas. El inspector entró, haciendo su ronda habitual, cuando encontró al encapuchado durmiendo, por lo que lo despertó:

-Señor, despierte. ¿Ha estado durmiendo todo este tiempo?

-¿Qué? Despertó de pronto ante la insistencia del inspector. ¿Qué ha pasado? ¿Ya llegamos a Crocus?

-¿Crocus? Me temo que no señor. Estamos llegando a Magnolia.

-Magnolia... ¿Me he quedado dormido, cierto? Ante la afirmación del hombre, concluyó: No se puede hacer más, estoy a kilómetros de mi destino, y no tengo dinero para pagar el pasaje. Me quedaré en Magnolia un rato.

El inspector, no muy convencido de aquello, dejó al extraño hombre y continuó su ronda hasta que el tren se detuvo por completo. Ahí el encapuchado bajó del tren, en una ciudad diferente a la que esperaba, un lugar que no estaba en sus planes. Caminó un rato por la ciudad, notando lo vacía que estaba, hasta que llegó a la calle principal, donde se reunían todos los ciudadanos, aparentemente para recibir a alguien en especial. No le importaba, ni era asunto suyo, pero su curiosidad le atrajo hasta la multitud, y buscando entre las cabezas la calle principal, notó que un grupo de personas eran las que estaban regresando de algún evento importante, victoriosos aparentemente, mientras el público coreaba "Fairy Tail" una y otra vez.

"Un desfile de victoria. Tal vez es el gremio que ganó el torneo mágico, o han logrado algo de mayor gloria..."

Saciada su curiosidad, fue a seguir explorando la ciudad. Necesitaba un lugar para quedarse, una posada tal vez, y un empleo, así sea temporal. Había vivido una mala experiencia recientemente (aunque él mismo se lo buscó) y necesitaba una nueva vida, un nuevo propósito, una razón para vivir. Su "magia", como muchos lo llamaban en aquel reino, Fiore, podría serle útil, incluso había oído de varios gremios de magos, aunque no estaba seguro de unirse a alguno "¿Quién adoptaría a un exiliado vagabundo como yo?" pensaba constantemente.

Finalmente su búsqueda terminó al encontrar una taberna. No estaba seguro de si quedarse ahí, pero seguro sería más útil conseguir información ahí que en cualquier otra parte de la ciudad. Entró y fue directamente a la barra, y saludó fríamente al cantinero.

-Buenas tardes...

-Buenas tardes, señor- respondió, con la misma frialdad, el cantinero, mientras limpiaba los vasos y servía los tragos.- ¿Desea algo, señor?

-Sí, para empezar, nada de "señor"... Y una cerveza, por favor.

-Bueno- le sirve un vaso de cerveza y se la entrega.- Pareces forastero, ¿cuál es tu nombre?

-Dar... Hardrack. Mi nombre es Hardrack. Y así el hombre se quitó la capucha, mostrando su rostro, su cabello negro y largo, y su barba. Lo que más le impresionó al cantinero fue la cicatriz sobre el ojo del forastero, pero se ahorró los comentarios. Hardrack se dedicó a beber su cerveza con calma, pensando detenidamente sus preguntas. Luego del primer trago, interrogó tanto como pudo al cantinero, sobre la ciudad, sobre el lugar, sobre el gremio de magos del lugar (llamado Fairy Tail) y de muchas cosas más. Algo que lo irritó bastante fue que cada vez que le preguntaba sobre algún lugar para conseguir trabajo, le indicaba que si era mago, lo mejor era ir a Fairy Tail, de lo contrario, no habría mucho por hacer en Magnolia. Una vez terminó su cerveza, pagó y se retiró de la taberna.

Sin ánimos de unirse al gremio, se fue hasta el bosque cercano a Magnolia, uno de los lugares que le recomendó el cantinero (por no decir el único) donde podría encontrar trabajo: un anciano leñador que quería mantener su serrería abierta. Fue fácil convencer al anciano de ser su ayudante, por lo que estuvo trabajando arduamente día y noche a partir de ese momento para el anciano, quien veía en el joven el espíritu ideal para el trabajo.

Se pudo decir que Hardrack encontró su lugar, pero sería una tremenda mentira. Nunca supo cuánto tiempo estuvo trabajando, pero el esfuerzo físico le ayudó a conservar su condición que había ganado en años anteriores. Sin embargo todo terminó mal, como siempre, el día en que el anciano murió debido a su avanzada edad. Los familiares no estuvieron de acuerdo en mantener el aserradero, por lo que Hardrack se quedó sin trabajo nuevamente.

Ante la posibilidad de irse, mantuvo la idea de quedarse en Magnolia, pues le gustó aquella ciudad y no se consideraba a sí mismo un nómada, por lo que cambiar de ciudad no le beneficiaría. Indeciso sobre su futuro, terminó en el gremio de Fairy Tail, con la extraña determinación de unirse tras haber escuchado tantas cosas sobre aquel gremio.

"Supongo que debo darle la oportunidad. Quizás sea lo que busque..."