Un tigre cantor, explorando la ciudad rocosa.

Recuerdo haber venido aqui una vez, fue para uno de los tantos conciertos aunque jamas habia visto los detalles que ofrecía esta hermosa ciudad, me encontraba en el balcón del departamento de mi poeta, era el lugar mas calido en el que habia estado, Rufus me habia ofrecido quedarme con el mientras conseguia dinero, que torpemente se me olvido antes de salir huyendo, pero era al que podia llamar hogar, este se encontraba alado del gremio, mi cabello estaba atado en una coleta lateral, dejando fluir descendientemente los cabellos que eran iluminados por reflejo de los faros en las rocas, el manto de la noche me escondia del caballero dorado, con tal miedo esperaba que no me hallara aqui, mas vale que acabe mi vida por su odio, que prorrogar la muerte sin tener su amor... -¿acaso... sabia yo lo que es el amor-? Iru y Rin salieron de su escondite -Ya va a recitar- dijo mientras ponia los ojos en blanco y se tapaba los oidos, mientras Rin me miraba atenta y sonrojada, con sus manos entrelazandose sobre su pecho, -Os jurad que no, Porque nunca habia visto, una belleza asi, una belleza como la de mi querido poeta, que como un principie en caballo blanco, se adentro a mi vida, salvandome del caballero dorado, que mi corazo había marchitado- Rin comenzo a sollozar mientras Iru me veia impaciente -¿Podrias dejar de recitar poemas? hay que hacer algo divertido, podemos, robar el museo Taevast, o podriamos ir a la mina a lanzar un hypervoice, que haga que se derrumbe el lugar- Rin la miro molesta para luego mirarme a mi tristemente.